Se me oscureció el cuello ¿y ahora?
Así como los ojos son el reflejo del alma, la piel es capaz de reflejar nuestra salud. La acantosis nigricans es un trastorno de la piel caracterizado por un aumento en su pigmentación y grosor; mostrándose como una placa parduzca y aterciopelada con acentuación de los surcos cutáneos, que se puede presentar a cualquier edad y género. Junto a ella solemos observar unas formaciones pediculadas como pólipos llamados acrocordones. Generalmente se observa en áreas de pliegue y roce como el cuello, axilas o ingle. También podemos verla en nudillos, codos, rodillas, región submamaria, cara interna de los muslos, áreas antecubitales y poplíteas. Inicialmente aparece en nuca para luego progresar a otras partes del cuerpo.
Se asocia a resistencia insulínica y constituye un indicador de esta. Esta resistencia conduce a un exceso de insulina que estimula la proliferación de las células de la piel, originando la acantosis nigricans. Podríamos decir que ella constituye una expresión cutánea del hiperinsulinismo.
Se puede observar en patologías asociadas a la resistencia a la insulina como la obesidad (aunque también se observa en pacientes con peso normal), diabetes, alteraciones en la tolerancia a los azúcares, síndrome de ovarios poliquísticos, reacciones medicamentosas y concomitante a enfermedades malignas, donde su expresión cutánea llega a ser severa, y a causas genéticas.
El médico debe evaluar la presencia de signos de hiperandrogenismo en mujeres en edad reproductiva (caída del cabello, aumento del vello corporal, acné, sudoración, piel oleosa, alteraciones del ciclo menstrual, antecedentes de infertilidad, abortos) que harían sospechar de la presencia de Síndrome de Ovarios Poliquísticos.
La acantosis nigricans requiere de una evaluación minuciosa para garantizar su manejo adecuado. El tratamiento está dirigido fundamentalmente a tratar la causa de base. El uso de cremas blanqueadoras sobre la piel u otros tratamientos estéticos o intervencionistas deben ser indicados por un dermatólogo.
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Dra. Lucía Gonçalves Jardim