La microbiota intestinal y la obesidad
La obesidad es una enfermedad crónica producto de un aumento excesivo de la grasa corporal, la cual nos lleva a consecuencias perjudiciales para la salud. El desarrollo de la obesidad está determinado por una serie de factores que se relacionan entre sí, como son factores genéticos, endocrinos, sociales, culturales, ambientales y psicológicos; a su vez ellos están altamente influenciados por el balance energético y la actividad física de cada individuo. La obesidad a la larga suele acompañarse de otras enfermedades, como son la diabetes, la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares como la cardiopatía isquémica y las enfermedades trombóticas, las enfermedades osteoarticulares, algunos tipos de cáncer, enfermedades de la vesícula biliar y del hígado como la litiasis y la esteatosis hepática, alteraciones en el metabolismo de las grasas y constituye uno de los elementos que definen el síndrome metabólico. Estas patologías deterioran nuestra calidad de vida. Mas allá de ellas, la obesidad también puede llevar a disturbios psicosociales como la depresión, ansiedad y alteraciones de la imagen corporal.
Recientes publicaciones hablan de la posibilidad que la composición de la microbiota intestinal constituye un factor ambiental importante en la aparición de la obesidad y de sus trastornos metabólicos asociados, considerándose cada vez más el hecho que la microbiota intestinal puede ejercer un alto efecto sobre el control de peso y salud de su portador, a través de su influencia sobre el sistema neuro-inmuno-endocrino. Planteando la posibilidad de ser considerada como un órgano más dentro del portador, integrándose en la fisiología de nuestro cuerpo.
La microbiota intestinal se define como el conjunto de comunidades de microorganismos vivos que colonizan el intestino. La población intestinal se compone de trillones de microorganismos pertenecientes principalmente a 4 filos o tipos (Firmicutes, Bacteroidetes, Actinobacterias y Proteobacterias, siendo los dos primeros los predominantes)
La disbiosis es un desorden en el microbiota caracterizado por un desequilibrio de la composición bacteriana, donde ocurre el predominio de bacterias nocivas sobre las benéficas. La pérdida de este equilibrio suele asociarse a enfermedades tales como la obesidad, diabetes, dislipidemia, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, enfermedad atópica (alergias), inflamación intestinal crónica, cáncer y desordenes neurológicos como la esquizofrenia y el autismo, donde los probióticos parecen ser una opción terapéutica prometedora.
La disbiosis puede presentarse con el uso indiscriminado de antibióticos, el consumo excesivo de alimentos procesados ricos en grasas y bajos en fibra, exposición a toxinas ambientales, en las disfunciones hepato-pancreáticas, en el estrés, la diverticulosis y también puede estar influenciada por la edad, el tiempo del tránsito intestinal, el pH intestinal y enfermedades debilitantes como SIDA y el cáncer. En la obesidad se produce un estado de disbiosis que trae como consecuencias alteraciones del metabolismo que intervienen en su origen como también en el origen de otras patologías metabólicas asociadas, estas alteraciones son la resistencia a la insulina, resistencia a la leptina, elevación de los ácidos grasos de cadena corta, aumento de factores de crecimiento y también a la cronificación de la respuesta inflamatoria propia de la obesidad por el aumento en la producción de citoquinas, de metabolitos tóxicos y estrés oxidativo. Estos procesos a su vez propiciarán la aparición de células cancerígenas. Por lo tanto, las alteraciones de la microbiota intestinal favorecen un ambiente apropiado para el desarrollo del cáncer y pueden influir negativamente en su progresión y pronóstico.
Es bien conocido que el índice de masa corporal (IMC) elevado aumenta el riesgo a desarrollar enfermedades asociadas a la obesidad y a morir por ellas. Se ha buscado una relación entre el IMC y la composición taxonómica de la microbiota intestinal, observándose una gran variabilidad en los estudios, aun sin lograr identificar una firma taxonómica única en los pacientes obesos, es decir, cómo se agrupan u organizan estos microrganismos según sus tipos o familia y que no se ha logrado identificar en forma absoluta cual son los tipos de bacterias que definen la comunidad bacteriana característica del paciente obeso. A pesar de ello, cabe considerar que las modificaciones de la composición o la presencia de determinados tipos de microrganismos dominante en la microbiota intestinal trae consecuencias metabólicas sobre el control del peso y que el uso de probióticos podría ofrecer una nueva alternativa terapéutica en la modificación de la composición en microorganismos que sean más favorecedores. En múltiples estudios, se observó que en los pacientes obesos hay una mayor proporción de la familia Firmicutes sobre la familia de Bacteroides. Así, determinadas intervenciones (dieta, ejercicio, probióticos) pueden conllevar al aumento de la proporción de Bacteroides, y con ello alcanzar un mejor peso corporal, disminución de tejido graso, mejoría de los trastornos metabólicos (resistencia a la insulina, resistencia a la leptina) mejoría del proceso inflamatorio crónico característico de la obesidad, modulando la producción de citoquinas proinflamatorias, inmunoglobulinas y la función linfocitaria de la endotoxemia propia del paciente con sobrepeso, y así mejorar su perfil cardio-metabólico
La eficacia de las intervenciones como modificaciones del estilo de vida para alcanzar la pérdida de peso parece estar influenciada por la composición de la microbiota de cada individuo, lo que explicaría las respuestas variables que muestran diferentes individuos sometidos a condiciones similares de dieta y ejercicio. En estudios multicéntricos en obesos donde fueron empleados probióticos, ejercicio y dieta se observó alteraciones en la microbiota en relación a la pérdida de peso y la mejoría del IMC, donde las proporciones de Clostridius disminuyeron significativamente con aumento de las proporciones de los grupos Bacteroides y Prevotella, también se ha observado aumento en el número de Lactobacilos y Bifidobacterium con descenso de Clostridius en aquellos obesos que experimentaron importante pérdida de peso.
El uso de probióticos se ha mostrado como una nueva alternativa promisoria en la terapia complementaria de la obesidad, además de las intervenciones nutricionales, la actividad física, el tratamiento psicológico conductual, la terapia farmacológica y el tratamiento quirúrgico. A pesar de estos métodos, el control de la obesidad continúa siendo un desafío para la medicina. Los probióticos podrían conferir beneficios cuando son administrados, porque sus efectos sobre determinadas cepas podrían regular los trastornos metabólicos neuroendocrinos e inmunológicos de su individuo portador y afectar positivamente sobre el peso y contenido del tejido graso.
Podríamos concluir que el uso de probióticos puede ser una medida preventiva o terapéutica que a largo plazo puede impactar en la ocurrencia de las enfermedades crónicas no trasmisibles como la obesidad, modulando el peso corporal y disminuyendo la aparición de comorbilidades relacionadas a la obesidad y sobrepeso.
Dra. Lucia M. GonçalvesJardim
Médico Internista. Especialista en Endocrinologia y Metabolismo
Bibliografía
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