Serenidad, un NO a la ansiedad, la depresión y el estrés

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Serenidad, un NO a la ansiedad, la depresión y el estrés

Si Adán y Eva hubiesen dicho que no se comían la manzana, jamás habrían sido expulsados del paraíso, según dice la Biblia. Metafóricamente hablando, perder la serenidad es como perder Nuestro Paraíso, nuestro equilibrio interior, ese estado ideal que nos da esa sensación de plenitud, porque sentimos que nada nos falta y nada nos sobra.

Mantener ese equilibrio es el reto en el mundo en que vivimos, donde estar deprimido o ansioso es muy frecuente. La vida moderna nos lleva a estar todo el día de aquí para allá, a ponernos metas demasiado altas que no siempre podemos cumplir, a intentar quedar bien con los demás y a agregar cada vez más tareas a nuestra agenda, dejando de lado las consecuencias perjudiciales tanto para nuestro cuerpo como para nuestra mente. Ese ajetreado ritmo de vida puede llegar a agobiarnos, y aunque estamos conscientes que debemos estar bien alimentados y tener el descanso necesario, las múltiples tareas y obligaciones no pueden parar y ese constante trabajo nos expone a mucha presión.

No solo el mundo externo en el que vivimos atenta contra nuestro equilibrio interno, también lo hace nuestro mundo interior. Esa incomodidad que sentimos cuando eludimos nuestras responsabilidades, cuando no somos coherentes con nuestros valores o cuando postergamos lo que debía ser resuelto en su momento. Y hay más todavía, alguna enfermedad, drogas, alcohol, alguna pérdida: de pareja, familia, empleo, o circunstancias tan puntuales como la de tener que convivir con el coronavirus SARS-CoV-2 (COVID-19). Todo lo que nos lleve a la ansiedad, la depresión y/o estrés nos aleja de la tan anhelada y sublime serenidad.

¿Y cómo decir No ante cualquiera de estas amenazas? Si queremos sentirnos bien, tenemos que aprender a elegir lo que nos hace bien y a alejarnos de aquellos espacios, hábitos, personas o circunstancias que nos restan y nos secuestran nuestra preciada calma interna.

Podemos percibir la falta de equilibrio interno cuando nos sentimos  tristes, nerviosos, angustiados; cuando nos cuesta conciliar el sueño, permanecer dormidos por la noche o despertamos cansados y con pereza; cuando nuestra concentración disminuye y nos volvemos irritables. Cuando nos damos cuenta de que no somos felices en nuestro día a día.

Si queremos mantener el equilibrio interno debemos cuidar la mente, el espíritu y el cuerpo.  Y aunque es cierto que no hay fórmulas precisas para cada persona, si hay costumbres que podemos adoptar para ayudarnos y con esa actitud decir No a lo que pueda sacarnos de Nuestro Paraíso.

  • Permítete ser una persona que se equivoca y no pretendas ser un superhéroe, acepta tus defectos y busca la manera de mejorarlos.
  • Construye relaciones profundas y significativas con la familia y los amigos.
  • Si hacer varias cosas te complica la vida, simplifícalo haciendo una a la vez.
  • El ejercicio físico es fundamental. Tiene que transformarse en un hábito sagrado en tu vida, cualquiera sea tu edad, tu peso, estado físico, o el tiempo que tengas en tu agenda.
  • Medita, ora, realiza cualquier actividad que te conecte con tu yo interior y con la fuerza superior en la que creas.
  • Aléjate de las sustancias tóxicas.
  • Descansa y duerme mínimo ocho horas diarias.
  • Aliméntate de manera equilibrada y si por alguna razón no puedes hacerlo (el ritmo de trabajo no te lo permite, hay comidas que no te gustan, eres vegetariano o vegano) busca suplementos de vitaminas y minerales que complementen tu alimentación.
  • Seguro existen muchas más cosas que puedes hacer o dejar de hacer y que solo tú conoces para alcanzar esa plenitud a la que llaman Serenidad Sublime. Concéntrate, búscalas dentro de ti y se feliz.

 Ramona Ávila Núñez, Ph.D.


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