
Breve historia hacia un nuevo ser humano
El día está nublado y frío, pero el grupo de hombres que está a punto de partir, debe buscar alimentos. Las mujeres laboran y conversan, mientras preparan los pocos insumos alimenticios para los niños, adultos y ancianos en la cueva que sirve de refugio. Uno de los hombres manifiesta que sin querer consiguió una ruta más corta, aunque un poco más peligrosa, para conseguir presas; otros, sugieren las rutas que sus ancestros les enseñaron, donde los riscos, peñascos, ríos, árboles, etc, son elementos del paisaje para guiarse. Mientras, en el refugio, una anciana enseña cómo curar ciertas heridas macerando algunas hierbas, o qué hojas utilizar para el dolor en el estómago, y una de las madres enseña a los niños cómo encender y mantener más tiempo el fuego.
Todos ellos, en esta situación imaginaria, con sus diferentes vivencias y experiencias, unas en solitario y otras grupales, tienen un elemento común; el que hemos logrado sobrevivir como especie gracias a compaginar nuestras decisiones uniendo la experiencia y reflexión particular para influir en la decisión de un grupo, y recíprocamente el diálogo y análisis con sentido solidario por parte de un grupo de personas influye en la decisión individual. De manera que compartir lo intangible de las ideas y experiencias, así como lo material es lo que ha hecho grande a ciertas sociedades.
De allí que procurar que emerja la sabiduría milenaria de compartir, individual y grupalmente, el conocimiento sobre cómo mejorar nuestra salud y la de quienes nos rodean en base a un equilibrio alimenticio y energético, y generar por medio de la reflexión, una actuación en pro de la humanidad es el fin último que al que deberíamos aspirar en estos momentos difíciles que vive la humanidad.
El Maestro Eusebio